7 de febrero de 2015

Las fotos que no paraba de tocar



Hoy, una vez más desde hace dos semanas, he tenido estas fotos en las manos para tratar de restaurarlas y hacer un transfer y plasmarlas en una cajita de madera y, como de costumbre, no he sido capaz porque se me empañan los ojos con las lágrimas y no soy capaz de seguir.

Mi madre ha estado meses sin parar de tocar esas fotos, todo el día con ellas, sin parar, quizás porque son de mi padre y de ella y son de la época en que se conocieron y, aunque sus recuerdos se han borrado y no sabe ni quienes somos, a veces, sólo a veces, recuerda algo del pasado y sonríe.

Y yo, para inmortalizar las fotos y que pudiera estar todo el día tocándolas
sin romperlas, tuve la idea del transfer en la cajita de madera y fui, y la compré, y no tuve tiempo de hacerla porque ella me ocupaba cada minuto y ahora que, desgraciadamente, tengo un poco de tiempo libre porque ya no es capaz de levantarse de la cama, porque se está apagando poco a poco, porque tengo que darle comida y agua con jeringuillas porque es incapaz de masticar, porque es como un bebé grande pero sé que, a diferencia de un bebé, su cuenta es hacia atrás y no va a aprender a hablar, ni a andar, ni a nada; ahora soy yo la que no puede, la que, a poco que me descuide, voy a terminar de romper las fotos con las lágrimas que me caen sobre ellas cada vez que las toco, cada vez que las miro.

Y las dejo, las vuelvo a guardar dentro de la cajita y me voy a su habitación a verla, a volver a darle agua con la jeringuilla y, a veces, a asustarme porque tiene una respiración rara o porque le ha bajado mucho la tensión y, automáticamente, a llamar a emergencias y a esperar a que vengan a decirme lo mismo de siempre: que me haga a la idea de su edad, de sus condiciones, de que se está apagando. Pero no me la hago, por más que lo intente, no me la hago, yo tan sólo soy capaz de decir "maldito Alzheimer".

1 de enero de 2015

Sin propósito de enmienda (Año II)



Quiero, ante todo, aprovechar para desearos a todos un muy Felíz  y próspero 2015, porque no sé si voy a poder pasar por todos los blogs que quisiera para hacerlo.

Dicho lo cual, un año más, hoy es el día de los propósitos y estoy como el año pasado, sin propósito de enmienda, sin intención alguna de privarme de nada, porque ya se encarga la vida de quitarte muchas de las cosas que te gustan o de impedirte realizar muchos de esos proyectos antiguos como aquel mío, ya irrealizable, de tirarme en paracaídas, salvo que quiera terminar de desarmarme.

Es el día en que muchas personas se hacen el propósito de adelgazar, de dejar de fumar, de ir al gimnasio, de salir a correr (perdón, de hacer running, que ya ni siquiera es footing), de comer más sano y de un etc. tan largo que te termina fatigando de sólo pensarlo.

Y heme aquí, con mis despropósitos, elucubrando con la idea de, en lugar de comerme el rape con salsa de almendras que he preparado para comer, hacerme una gachamiga con su pancetita y su longaniza roja, tan simple y tan vulgar pero tan rica y que, además, es lo que realmente me apetece hoy, así como si tuviera un antojo.

E igual me la hago ¿qué narices?, aunque sea una pequeña y me la tomo en plan aperitivo con una copa de vino tinto. De hecho, conforme lo estoy escribiendo lo veo más claro, la única duda que tengo es si me como antes el pulpo con su vino blanco, después la gachamiga con el tinto y luego el rape con el blanco, cosa que no termina de ser muy ortodoxa, culinariamente hablando, pero, como tampoco es que tenga lejas en el estómago, lo terminaré haciendo, justo en el orden en que me apetece.

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...