11 de abril de 2011

De nosotros depende


De nosotros depende,
la balanza entre el bien y el mal,
pues el bien no está siempre presente,
y el mal nos hace sufrir y demorar.

De nosotros depende,
la balanza entre el odio y el amor,
pues el odio no enriquece el corazón,
mientras el amor hace crecer con ilusión.

De nosotros depende,
la balanza entre la ansiedad y la serenidad,
pues mientras la ansiedad hace mella,
la serenidad responde a un crecimiento de paz.

De nosotros depende,
la balanza entre el sufrimiento y la decisión,
pues mientras se piensa mucho se sufre,
y mientras se decide, se hace algo a favor.

De nosotros depende,
la balanza entre el error y la certeza,
pues mientras del error se puede aprender,
la certeza nos da seguridad en el hacer.

De nosotros depende,
la balanza entre el entendimiento y la frialdad,
pues mientras el entendimiento sabe del perdón,
la frialdad se queda muy lejana al amor.

De nosotros depende,
la balanza entre desear vivir y desear morir,
pues mientras se desea vivir se siente y se piensa,
y se desea morir se queda uno anclado en el error.

De nosotros depende,
la balanza entre el avance y el retroceso,
pues mientras el avance nos permite aprender,
el retroceso es una agonía que no necesita querer.

De nosotros depende, sí,
la balanza entre la alegría y la tristeza,
pues mientras la alegría permite nuevos pasos,
la tristeza derrocha energía para dejarnos escasos.

De nosotros depende, sí,
la balanza entre el saber y la ignorancia,
pues mientras el saber permite volver a nacer,
la ignorancia se mantiene sin saber qué hacer.

De nosotros depende, también,
la balanza entre la creencia y la no fe,
pues mientras la creencia permanece viva,
la no fe hace hace de nuestra vida un sinquerer.

De nosotros depende, por último,
la balanza entre la verdad y la falsedad,
pues mientras en la verdad radica el amor y la amistad,
en la falsedad reina el desafío y la infidelidad.

Y de nosotros depende, sí,
la balanza entre la voluntad y la incredulidad,
pues mientras la voluntad engrandece las fuerzas,
la incredulidad empequeñece la valentía y la bondad.

Autora: Rosa Mª

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(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...