30 de enero de 2010

El silencio.

Cuando un silencio se extiende entre dos personas, una calla, la otra espera.
Espera pacientemente horas, días, tan largos que parecen toda una vida.
Aguarda hasta que haya una señal o una luz, para que el silencio dé paso a la cordialidad de antaño.
Mientras la ausencia se empeña en quedarse, ella desliza su mirada, sobre otros sueños hechos textos, sin atreverse si quiera a dejar unas líneas, por miedo, por prudencia.
Lee, sin que él esté, entra de puntillas, bebe una a una sus letras, suspira y se retira muy despacio.
No quiere molestar, aguarda.. siempre aguarda, a que ese amigo de su alma, le diga: - Amiga... estoy, ven, habla, dí, calla, escucha, siente...pero amiga...sé que puedo contar contigo, porque me haces falta.
La amiga tiene desplegadas siempre sus alas para cobijar sus penas, tiene un hombro preparado para sus sollozos, las manos prestas para tomar las suyas y tiene todo el tiempo del mundo y las ganas de ser su amiga.., como antes.

*Para mi buen amigo Mario*. Inesperada.

2 comentarios:

Mario Oscar Perez Rosas dijo...

Gracias por dedicarme algo tan lindo, del cual no creo ser merecedor. Siempre he comentado que todo pasa por una razón en la vida, nada sucede por casualidad. Algunas personas llegan a nuestra vida y así, tan rápido como llegan, se acomodan y quedan allí siendo parte de la misma.
Y, rápidamente, nos damos cuenta que sucede porque así debe ser.
Nos traen lecciones de amor, amistad y, en varias oportunidades, nos enseñan el camino a lo que deseamos alcanzar.
No sabemos quiénes son estas personas, pero cuando fijamos los ojos en ellas, sabemos que afectaran nuestras vidas de una manera profunda.
Sé que en algún lado hay un maravilloso plan para cada uno de nosotros, y debemos aprender a descubrirlo. Y también se que tu estas dentro de ese plan…Gracias Inés nuevamente. Recibe mi abrazo, (aunque virtual) es para ti.

* Inés * dijo...

Gracias a tí, Mario,eres de esas personas que tienen algo muy muy especial y por eso mereces de mí, la palabra AMIGO.
Yo te dije, charlando, que aprendía mucho de tí, que me hacías meditar y en definitiva, eso me llevaba a ser mejor persona cada día.
Cuenta conmigo, siempre.
Un abrazo tan grande como tu corazón de amigo.
Inesperada.

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...